sábado, 25 de diciembre de 2010

Ulrik y la monja del siglo 14


   En la fiesta del post anterior estuve conversando y apretando con Martina, amiga histórica de la cumpleañera Mlt. En mi primera juventud habré cambiado con ella máximo un par de saludos, al punto de que no sabía su nombre, pero ya entonces sus rasgos afilados y el fuego duro de sus ojos me hacían sospechar un espesor (sexual) compatible con el mío.
   Mientras conversábamos y bailábamos, la mina mencionó que es católica, no sé a cuento de qué, aunque es algo que yo no podía ignorar porque Mlt organizó toda su vida en función de ese culto abominable, al que pertenecen sus amistades más próximas.
   -Me llevo muy mal con el catolicismo, como con todas las religiones -contesté con la mayor sinceridad- las detesto.
   Ella contó también que tras 20 años de trabajar en ong por sueldos miserables y fines nobles ahora tiene “desde este año” un puesto estable en el poder judicial (sin dudas uno de los nombres del inframundo). “La jubilación, y todo eso”, acotó.
   Al final estábamos los dos muy borrachos -el día siguiente padecí una resaca como hacía años no tenía- y nos dimos al facilismo de los besos. Fue una experiencia agradable y divertida, aunque carente de fogosidad.
   -Te aviso que no tengo resto para nada más -me advirtió más o menos rápido.
   -No, yo tampoco -contesté sin mentir.
   Abandonamos juntos la fiesta y la acompañé a tomar un taxi. Quedamos en que yo le pediría a Mlt su dirección de e-mail y nos reuniríamos a conversar. No por interés en una enventual relación de dos personas solas, sino porque por estar recién llegado necesito encontrar gente y conversar. Tengo que ampliar mi círculo social, la única manera de llegar a vivir a gusto en mi ciudad.
   36 horas más tarde le escribí a Mlt, que hasta hoy no contestó una palabra. Tal vez entre otras cosas porque en el transcurso de la noche le hablé a su amiga Martina de Hamlet, la última maravilla que ocurrió en mi vida. “Estuve los últimos tres meses de novio con un chico de 20 años”, dije recordándolo con nostalgia y amor. No sé qué comentario hizo. Ahora sospecho que la mina que creí libertaria y copada (lesbiana) es una atormentada monja del siglo xiv.

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