Capítulo III
“Ciego
busca personas bien dispuestas que le lean textos sobre
antisemitismo, anarquismo y autoritarismo. Hay viáticos”. Es el
texto de un aviso que encuentro en una revista de distribución
gratuita en bares y cafés. Se completa con un número de teléfono.
Dos horas más tarde marco con la idea de que una actividad como ésa
me vendrá de perlas para la adquisición de la lengua.
Es
así que por primera vez escucho las frases pausadas en la voz como
asordinada de Daniel, según se presenta del otro lado de la línea.
Quedamos en que lo visitaré en su casa unos días más tarde para la
primera sesión de lectura.
—¿Y
vas a leer en alemán? —pregunta sorprendido u horrorizado Michael
cuando se lo comento-- Tené cuidado, en esta ciudad hay mucha gente
loca.
Pero
si en México, tierra célebre por su presunto salvajismo, no dudaba
en conectar desconocidos por internet para que vinieran sin más a mi
casa a intercambiar favores sexuales, no me voy a privar acá de
aceptar una invitación sólo porque viene de un ciego anarquista.
Claro que Michael está entrenadísimo para escuchar los susurros más
quedos del miedo, a lo que se suma que ignora lo mejor de mi pasado
-y tendría dificultades para creerlo si se lo contara, pues su
cabeza está pegada a un modelo de mundo que no existe, donde el
único camino lícito es el que lleva al prestigio de las
instituciones académicas-.
Por
ese motivo —entre otros-- tampoco le doy el dato de que encontré
el anuncio en la Siegesäule,
publicación mensual donde -no lo ignora nadie que viva en la ciudad-
putos, lesbianas y etc. encuentran una detallada agenda día por día
de las actividades que se les ofrecen, agrupadas en categorías como
“cultura”, “misceláneas”, “fiesta” o “sexo”. En la
sección Clasificados, donde entre avisos de acompañantes, productos
y servicios de índole sexual no faltan los cursos de idioma ni de
“piedras energéticas” o yoga, el anuncio de Daniel aparece bajo
el rubro “diversos”.
O
sea que se puede concluir que además de tener inquietudes políticas
y ser ciego, Daniel es puto, con lo que la advertencia de Michael
termina nombrando una verdad que él difícilmente haya previsto.
Me pregunto si no sería éste un buen comienzo para la novela íntegra.
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