jueves, 11 de agosto de 2011

cómo se pierde un trabajo

Hola Jane,
  No sé francamente a título de qué suponés que tengo que abocarme a
los considerar los comentarios y correcciones con que me devolvés la
traducción, dado que nunca habíamos hablado de ese trabajo, distinto
de la traducción en sí, que quedó terminada en el momento en que te
envié el texto, ayer, viernes. Encima, das por hecho que voy a estar
disponible para hacerlo durante el fin de semana, en el momento en que
a vos te resulta conveniente, cuando si te envié el texto ayer (antes
de tu “deadline”), fue justamente para evitar trabajar hoy, sábado.
  Obviamente, si hubiera alguna duda o cuestión que aclarar no
tendría problema en hacerlo, lo que no entiendo es que vos des por
hecho (como se ve ya en el mail que recibí el viernes) que volver a
trabajar en la traducción ya terminada durante el fin de semana forma
parte del trabajo. Al respecto no tengo más remedio que recordarte que
no sos mi empleadora ni mi jefa, sino que me contrataste para un
trabajo que ya terminé ayer.
  Es la primera vez en mi ya bastante nutrida trayectoria de
traductor que me ocurre una cosa así, así como es la primera vez que
voy a cobrar en base a la cantidad de palabras del original y no a las
del texto traducido; te digo esto porque tras haber hecho la
traducción pude comprobar -con pesar- la enorme diferencia que hay
entre el conteo de las palabras en inglés y en castellano (lo que no
sería tanto problema si la tarifa fuera razonable), con lo cual esta
terminará siendo la traducción peor paga que hice en la última década.
Me pregunto, por otro lado, si cuando encargás traducciones del
castellano al inglés procedés de la misma manera.
  Si por alguna casualidad se te ocurriera responderme que te manejás
de acuerdo con las condiciones que impone “el mercado”, te contestaría
a mi vez que el argumento es, por un lado, falso (estoy haciendo
traducciones para la universidad de Quilmes -de Argentina-, y la
tarifa, además de ser acorde al trabajo que hago, se ejecuta sobre los
caracteres empleados en el texto traducido), y por otro, lo más
importante, falaz: el mercado no es una abstracción externa a nosotros
e inmodificable, sino que son nuestras decisiones las que le dan
forma, por lo que en última instancia somos los responsables de las
condiciones en que existe. Ese argumento (“el mercado lo impone”) se
ha usado como excusa para permitir los mayores crímenes, porque “es lo
que hacen todos”; creo que no es necesario abundar ejemplos.
  Dicho todo esto, te aclaro que si he tenido la gentileza de
considerar los cambios e inquietudes con que me devolviste la
traducción, así como de poner todo esto por escrito, lo que me está
llevando bastante más de dos horas que nadie se tomará el trabajo de
pagarme (y eso a pesar de que me estoy perdiendo un magnífico sábado
de otoño), no es porque me sienta obligado en algún sentido, sino
porque cuando entablo una relación laboral -o de cualquier tipo- no es
lo que me guía el afán de obtener el mayor rédito posible en todas las
instancias (lo mismo suelo presumir de quien tengo como contraparte,
en este caso vos), y porque considero que de ese modo el mundo en el
que vivo (“el mercado”) es más acorde con lo que me gustaría (más
lindo).
  Considerando lo expuesto, te pido que si me volvés a a contactar
por una traducción no sea en estas condiciones, porque de lo contrario
vamos a perder el tiempo los dos (y tener otro disgusto).
  Espero que tu viaje siga siendo fructífero, besos

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