igual pero con lluvia |
Debo
a un amigo querido una experiencia nueva y hasta hace unos años
inimaginada en la ciudad donde nací: volver a mi casa sita en el
microcentro desde el abasto en bicicleta una noche de verano y lluvia pasadas
las cero horas por avenida corrientes. Es posible que aun sin su
concurso tarde o temprano hubiera llegado a hacerlo, porque la
capacidad y la técnica estaban ahí, y ni hablar la voluntad. Pero
su donación (un biciclo) hizo posible que sucediera ahora y no en
otro momento, cosa que sólo puedo agradecer: el tránsito no muy
nutrido pero de todos modos vociferante cuando se acercaba en oleadas
semáforas bajo la lluvia perfecta y limpia despejó mi mente y puso
en su punto mi cuerpo. No lo olvidaré.
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