martes, 4 de septiembre de 2012

La china I

china es, según el diccionario tal vez más consultado del castellano, el de la RAE, la forma común a varias palabras distintas. Algunas de ellas son:
china1. (De la voz infantil chin). 1. f. Piedra pequeña y a veces redondeada.
china2. 1. adj. Natural de China. U. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a este país de Asia.
china3. (Del quichua čína, hembra, sirvienta). 1. adj. Am. Dicho de una persona: de ojos rasgados. U. t. c. s. 12. f. Arg. Entre gauchos, mujer (‖ persona del sexo femenino).
Ahora resulta que tengo una (por así mal decir) china(2-3) en mi casa. La conocí en otra era de mi vida, hace ya 12 años (como se encargó de recordar ella al llegar), entre los vapores de la contaminación que da su bouquet único a la capital mexicana.
-Por favor, no me lo hagas -me rogó entonces, la única vez que compartimos la cama desnudos, aunque la concha le latía con la violencia de lo que reclama intervención. La tuvo, lo que de todos modos no fue óbice para dar lugar a su solicitud.
Después de ese intenso encuentro nos despedimos como amigos. Durante más de diez años la fui olvidando, pero ella tuvo un año atrás experiencias que le hicieron revivir ese pasado y añorar completarlo (se la pusieron por primera vez, siendo ya muy mayor de edad). Así que me escribió y se invitó a visitarme. Le dije que sí, porque en mi casa de todos modos hay una habitación libre y me encanta recibir visitas del extranjero.
Sin embargo, cuando poco antes de que llegara me mandó su itinerario caí en la cuenta de que coincidiría con otro huésped en mi casa (en realidad un subinquilino que puso a correr la corriente de fascismo que medra en el edificio donde vivo).
cabalgó por primera vez en su vida
Te aviso que vas a tener que dormir en la misma cama que yo”, le escribí a la coreana. Además no te puedo ir a buscar a Ezeiza porque no tengo auto, agregué para dejarle las cosas claras de movida. “Gracias por avisarme cómo son las cosas” contestó a los dos días (es profesora de castellano y lit. hispanoamericana en Corea), tras pensar (dijo) si convenía venir o no, y se vino.
Tengo frío”, me hizo saber ya el primer día, dos horas después de haber llegado, estando los dos en mi cama, donde habíamos recalado para que pudiera dormir una siesta y reponerse del largo viaje.
-Poné las manos acá que está calentito -le dije llevándoselas a mi entrepierna y haciéndole agarrarme la pija dura y caliente (cuánto me excita esa mezcla de inocencia y deseo desatado).
-Yo no tengo mucha experiencia sexual -contestó algo cohibida pero sin despegar sus deditos de la dura tibieza del falo.
-No te preocupes, ya vas a aprender -auguré-. 

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