jueves, 19 de septiembre de 2013

otros seres sexuados en la casa para ampliar el ejercicio o reducirlo y disputarlo‏

(tanto diseñadorx gráficx dando vueltas y yo sin nadie que me haga un lindo voltante. y tan perezoso)
   Ante la inminencia de los cambios que harán del mundo un sitio radical y  definitivamente distinto del que conocemos, el día de la primavera voy a celebrar en mi casa (Paraguay 609 5to pito) que ya hace tiempo superé -holgadamente- los 40 años sobre la tierra -las mínimas interrupciones no modifican la contundencia de la cifra- en esta encarnación, circunstancia en que me dará mucho gusto verlos.
   Quienes alguna vez me visitaron saben lo tortuosa q es la entrada, por lo que siguiendo el consejo de un querido amigo  la puerta de calle se abrirá a las horas en punto empezando por las 22:00 (horario recomendado para quien aspire a encontrar algo de comer). Inútil llegar más allá de las HORAS:05, el timbre estará desconectado y todo intento de entrar fracasará -hasta la ronda siguiente-. Serán bienvenidas también las bebidas -no sólo alcohólicas-. Preguntas y reqerimientos por este medio... 

viernes, 9 de agosto de 2013

: porque así soy feliz

   “Es posible que para esta forma de desear haya condicionamientos genéticos […] Pero no sólo soy homosexual porque la naturaleza lo haya determinado y no pueda ser de otra manera: también soy homosexual porque serlo me hace feliz".1 
   Es la extrema manifestación de libertad que se lee en el manifiesto Wie Wir Begehren, de Carolin Emcke (Fischer, Alemania, 2012). 
ya de chiquitxs felices
   Presentada como un juego lógico y lingüístico, la idea (a la que tal vez le sobren el “sólo" y el "también”) significa una reorientación epistémica mortal en términos de representación y causalidad. Mortal para la justificación (que es decir para la tolerancia) de la vida queer, que lejos de circunscribirse a las relaciones igualitarias entre dos personas, explota en incontables variantes desde ese magma cuyas bocas de alumbramiento -de expendio- están en internet.


1. Gewiss, es mag für dieses Begehren genetische Konditionierungen geben [...] Aber: Ich bin nicht nur homosexuell, weil die Natur das so bestimmt hat, weil ich nicht anders sein kann. Ich bin auch homosexuell, weil es mich glücklich macht.

viernes, 19 de julio de 2013

ellos creen que te psicologean

César González: "Cuando estás preso o vivís en una villa, cuando contás tu vida la gente de afuera te dice que no te victimices, que todos tienen problemas. Con ese discurso se trata y maltrata al delincuente que entra bajo el verdugueo atroz del aparato judicial. La psicología y el trabajo social, cuando estás preso, quieren anular el lugar donde naciste y creciste. Te quieren convencer de que “vos robaste porque quisiste”, se alimentan de teorías que sólo difunden una falsa igualdad y en los hechos obligan al pibe a que se convenza de que uno es igual. El que se come el garrón es uno, que está preso. Los psicólogos ponen en una hoja que no estás apto para la sociedad y listo, seguís adentro. Entonces, ellos creen que te psicologean y los terminás psicologeando vos, porque el preso va a querer su libertad y siempre le endulza la oreja al psicólogo, para rescatar los informes de conducta necesario para tomarte el palo a la calle. Un lugar donde esos psicólogos jamás te van a tirar una soga, ya que afuera si te ven no te conocen, no sos Fulano de tal, para ellos tan sólo fuiste un número de legajo del penal tanto."

domingo, 26 de mayo de 2013

"relaciones solo tangenciales"

de Horacio Verbitsky, en página12
   Por último, una pregunta sin respuesta: la catarata de alegres infamias que se derrama desde las pantallas de la televisión y el dial de la radio hasta los foros de lectores de los diarios, ¿es desestabilizadora y tiene alguna posibilidad de éxito? Mi opinión es que constituye una inofensiva válvula de escape, el venteo que desahoga la inquina de quienes no toleran la ampliación de derechos de todo tipo porque sienten que compromete su propio estatus. Además forma parte del showbiz y como tal mantiene relaciones sólo tangenciales con la realidad. A la inversa, en 1955, con toda la prensa bajo control oficial (forzado, como La Prensa, o voluntario, como Clarín, que hizo grandes negocios con el gurú de la comunicación peronista, Raúl Apold) ese rol fue cumplido por la red de publicaciones clandestinas y panfletos que organizó la Iglesia Católica. Con medios precarios y ante una rígida censura que daba verosimilitud a cualquier rumor tuvo el éxito que no me parece posible hoy, aunque el odio y la difamación sean iguales.

viernes, 17 de mayo de 2013

lo imborrable


   Ya se dicho que Alemania en las primeras décadas del siglo 20, como nación que despertaba a su historia unificada, habitaba la posibilidad, pero que después de la Segunda Guerra Mundial no tiene otro remedio que ser el país que eligió el exterminio de parte de su población y la guerra total como modo del Estado. Eso es lo imborrable en Alemania (nicht wegzudenken), como en Argentina, si bien de modo menos totalizador, son imborrables los desaparecidos, que desde su producción torturada en los ‘70 recorren en forma de fantasmas (de siluetazo) las ciudades. “Eso habla bien de la sociedad argentina”, me dijo un amigo el sábado a la noche y no pude sino acordar. Pero es imborrable no gracias a nosotros (que somos también la sociedad), que a lo sumo fuimos a alguna marchita o sostuvimos una posición política, sino al hato de militantes (madres, abuelas, hijos) que desde entonces semana tras semana salieron a las calles a exigir la verdad, aun en la época de mayor desmoralización de los últimos 40 años, cuando todo parecía acabado para siempre -los noventa-. La imborrabilidad es así el regreso y la victoria de los muertos.
   Se han borrado hasta la inexistencia, sin embargo, otros cadáveres no menos fundamentales: los indios y los negros que se tragó la guerra del Paraguay son un caso, tal vez no el más desafortunado de todos modos, porque como zombis que responden al llamado de cerebros frescos donde hincar el diente, puede que estén volviendo. ¡ojalá!

lunes, 29 de abril de 2013

viejas podridas - completamente sin pijas


   Los herederos de una anciana que deja una fortuna considerable se reúnen a resolver quién llevará las cuentas hasta que termine el juicio de sucesión (y por esos azares de la vida estoy también ahí). Son tres hijas de la occisa, que además de ser imbéciles de alma ignoran lo que es trabajar y que una vez despojadas por el tiempo de sus estereotipados encantos fueron abandonadas también por sus maridos, y dos de los nietos (mujer y varón; su padre, hermano oveja negra de las susodichas, uno de los desaparecidos de la dictadura). Una de las mujeres, chirrante y cirujeada, llena de pintura, se postula como tesorera, dado que “tengo mucho tiempo libre y siempre fui buena para las cuentas”.
pero después se fueron juntas a la marcha
   -Me opongo -la interrumpe bruscamente otra, que no le va a la zaga en desagrado.
   -Por qué -pregunta la interesada, llevándose la mano a los collares que le doblegan el cuello-.
   -No. No lo voy a decir.
   -Pero por qué…
   -No lo voy a decir.
   -Ay, pero por qué… si no lo decís no podés oponerte…
   -Pero no lo voy a decir.
   -Pero por favor… entonces es como nada…
   -No lo voy a decir… no lo voy a decir…
   -Pero Pupée… -interviene otra cuyo apodo (: Nenuca) no tiene pelotudez que envidiarle al de la nombrada–.
   -Bueno, lo voy a decir: vos hace tres años te cogiste a Esteban Dupuy Cané en Punta del Este.
   La interpelada se toma un par de segundos para responder.
   -¿Y? -dice al fin con una sonrisa que le baila en los ojos.
   -Que antes me lo había cogido yo…
   -¡Jah! -estalla la wannabe tesorera- Si no me puedo coger a nadie que vos te hayas cogido en Punta del Este me quedo completamente sin pijas.
Siguió un pequeño escándalo de voces confusas donde sólo callaban, azorados, los hijos del militante asesinado. Al final Pupée salió humillada, y la usurpadora de pijas, tesorera.

miércoles, 17 de abril de 2013

un set

   Qué bien se expresa tu hijo -le dice un empresario a una amiga o ex amiga setentista, apenas semanas antes de morir a manos de sus propios hijos, que ponen así con un acto de insuperable expresionismo fin a una existencia hecha de excesos (“para mí dos por lo menos”).
   -Jah, contesta ella, no es que se exprese bien, sino que tiene un set.
   Un set de fraseos ¡ni siquiera discursos! armados sobre los temas de conversación comunes (trabajo, parientes, situación política nacional o internacional, últimos estrenos de cine, etc), construidos con la suficiente calidad como para sonar convincentes, elegantes y precisos. Un set que repite con variantes según quien lo escuche gracias al cual se mueve como un pez en el agua en las situaciones sociales, cosa en la que consiste su vida.
   No otra cosa es el arte. Bah en realidad sí, pero es como si no lo fuera. Transita todo el tiempo situaciones sociales donde tiene que poner a prueba esas habilidades. 

lunes, 15 de abril de 2013

sueños


   Estoy en un estacionamiento que es un páramo pedregoso, soy más viejo y apenas más gordo que cuando estoy despierto. Llevo un sombrero chato, como una gorra, la cintura más ancha que los hombros, un traje gris sin brillo. Ante mí hay un montoncito de basura negra, de la que entresalen puntas de pinzas, tornillos y llaves francesas. Salió de mi boca, y ahora lo maniobro y lo acomodo con un fierro largo y enroscado, de obra, como si estuviera caliente y no quisiera acercarme. Estoy ahí en el viento agotador, de pie en una elevación como de subida a un garage, y con el fierrito manejo ese montón, que salió de mí (lo vomité). El montón es de una densidad superlativa, casi una agujero negro, con partes viscosas. Podría dibujar toda la escena.

jueves, 28 de marzo de 2013

misión Imposible: montar -y sostener- una ficción

no es lo que parece

   En la película Chase a Crooked Shadow (michael Anderson, 1958), Anne Baxter (quien en 1950 había sido la contraparte de Bette Davis en la célebre All about Eve) encarna a una heredera multimillonaria llena de secretos. En realidad todos los personajes los tienen y nada es lo que parece, porque cada uno interpreta a conciencia y fríamente su papel y monta su escena, sólo que el espectador (en parte por algunas innecesarias líneas de diálogo puestas para engañarlo, tal como ocurría en la a pesar de eso excelente Nueve Reinas) no lo sabe. Anne Baxter, como en All about Eve, actúa así de una mujer que actúa (finge), e intenta a toda costa mantener su ficción. En la película estadounidense lo consigue, en la inglesa, fracasa.
   Una serie primero y después una película hicieron eje estructural -cuando no argumental- de esta tradición (que se encuentra entre otros muchísimos sitios en Hamlet, McBeth y en -casi- todo el resto de la obra de Shakespeare, en episodios del Quijote y en el cuento “La muerte y la brújula”): Misión Imposible. En la cuarta entrega de esa saga cinematográfica que sobrevive a su mayor defecto (el actor a cargo del protagónico, que ayer estuvo rompiendo las pelotas por acá) hay una secuencia brillante: en el edificio más alto del mundo, en Dubai, debe llevarse a cabo una transacción entre una mala y un malo. El equipo de misión imposible les hace creer a ambos que la reunión tiene lugar mediante la suplantación en pisos distintos de las respectivas contrapartes, y haciendo subir y bajar los bienes de intercambio. La secuencia está presentada mediante un montaje paralelo (también porque entre los miembros del equipo hay comunicación permanente) y evita el recurso fácil de la suplantación de identidad mediante máscaras, así como la orquestada puesta en escena evita en principio la violencia (hasta que la desata un imponderable), lo que la integra al verdadero linaje de Misión. “Ambos creerán que tuvo lugar una reunión que nunca ocurrió”, explica un personaje.
   Lo bueno de estas orquestaciones (es la palabra), que serán mejores cuanto menos tecnología y más ingenio usen, cuanto más sencillas y menos violentas, es que integran como actores a aquellos a quienes se engaña, para lo cual deben montarse sobre sus creencias y convicciones. Esa mecánica es el principal motivos por el que siempre seré fan de Misión Imposible. Otro es la espectacularidad de la acción y las locaciones, que también me hace amar aún hoy a 007. 

lunes, 25 de marzo de 2013

una vida

una vida al pedo

   Gracias a un amigo querido leo Almirante Cero, historia de la última dictadura militar argentina (76-83) centrada en el entonces almirante massera, cuyo nom de guerre -su “apodo nocturno”- sirve de título al libro. Cuatro días me tomaron sus casi 500 páginas, no sé si porque es una lectura apasionante o porque me encontró en el momento indicado (en cama con una gripe de una semana, demoledora). Una de sus tesis es que a pesar de lo que los genocidas repiten desde el primer juicio a las juntas (“ganamos la guerra militar, perdimos la psicológica/política”) la dictadura triunfó especialmente en el plano político. Lo prueba que la idea de lucha (que había dado sentido a numerosas existencias en la década anterior) al finalizar la dictadura se asociaba indisolublemente a la derrota, y la derrota a su vez a la tortura y a la muerte (prácticas que según el libro no se implementaron, como dicen los torturadores, para obtener información, sino para establecer un generalizado estado de terror paralizador), y que donde antes había habido militantes y combatientes ahora quedaban apenas ciudadanos (o mejor dicho, votantes: los que en 1975 pretendían cambiar el mundo, en 1984 sólo ambicionaban votar) que en vez de revolución exigían respeto por los “derechos humanos”, sintagma cuya historia y vicisitudes todavía están por escribirse. En fin, el libro postula el éxito disciplinario de la dictadura, que nos permitió vivir ya 30 años de democracia (¡se cumplen en 2013!). Otra de sus tesis es que si hubo condena social y ahora también judicial para los militares genocidas es porque se quedaron en el poder más tiempo del indicado, cuando ya habían cumplido la tarea para la que se les había puesto en el gobierno (“aniquilar la subversión”, según el famoso decreto que firmó Luder en 1975), y que si se hubieran retirado en 1980 con una transición democrática tranquila, no habría habido juicios.
   El texto da sin embargo una curiosa versión del proyecto económico de la dictadura. Según su autor, Videla eligió a su hace pocos días finado ministro de hacienda porque su aura de miembro conspicuo de la aristocracia argentina (sea cual fuere el denominador del curioso oxímoron) lo sedujo y le aseguraba una relación tranquila con esa clase. Videla -”un tonto” tanto para massera como para el autor del libro- carecía de ideas en el plano económico, y el curso neoliberal del gobierno militar fue, así, resultado de una serie de casualidades. De este modo el libro pasa así por alto el plan económico de la dictadura, que, como señaló ya R. Walsh antes que nadie, fue su razón de ser y constituye su explicación (la eliminación de la subversión, y más específicamente el estado de terror impuesto por la represión y la tortura, fueron necesarios para poder imponerlo).
   Pero más allá de los innegables méritos del libro, me intrigó su autor: quién puede dedicar tanto tiempo y energías a investigar algo tan feo como massera, apasionándose a tal punto. Así supe que Claudio Uriarte abandonó el colegio secundario en tercer año y que en 1974 o por ahí, a los 16, ya trabajaba de corrector en un diario y era militante de una organización de izquierda combativa (OCPO, de la que conocí hace años un ex militante en México, Eduardo Molina y Vedia, amigo querido y gran persona). Durante la dictadura escribía para Convicción, nombre primero de la revista y después del diario de massera (a quien vio varias veces en la redacción, origen tal vez de la fascinación con el marino que refieren muchos de quienes conocieron a Uriarte); trabajó también varios años en p/12 hasta que aparentemente lo echaron -”lo echó un policía llamado verbitsky”, leí en un blog- porque se había convertido en ultraderechista, admirador de bush entre otras cosas. También leí que consumía mucho alcohol y murió a los 48 al tropezarse en la escalera interna de su casa (tendría un dúplex), en un “accidente del que él mismo se habría reído”. Su decurso ideológico -de militante de ultraizquierda a ultrarreaccionario- me hizo pensar en que su libro es una autobiografía, y junto con su temprano deceso abona la teoría según la cual alguna gente muere cuando ya ha cumplido su tarea, cuando ha hecho la contribución al mundo que estaba en su horizonte. Después del libro sobre massera, Uriarte ya no tuvo nada más que hacer, excepto darse al alcohol, a la música clásica, a algún que otro exabrupto. 

viernes, 15 de marzo de 2013

qué desgracia, che...

no es lo mismo
Las vicisitudes de la tortuosa agonía de la iglesia católica dejaron de interesarme hace décadas (si fui católico fue por unas pocas semanas y a los 10 años, embaucado por mi abuela, que no era mala), así como no me importan su jerarquía ni sus matufias corporativas, y me da igual quién sea bergoglio, su previsible pasado o sus opiniones medievales, en nada esencial distintas a las de su penoso antecesor. Sólo me pregunto con pena irremontable: cuántos años va a costar superar un papa nacional. ¡UN PAPA NACIONAL! QUÉ DESGRACIA, los peores males de este país (el catolicismo, el nacionalismo, la combinación de ambos) potenciándose entre sí hasta su apoteosis. Imparables

jueves, 7 de febrero de 2013

cómo aprendió mi vieja a usar el archivo de últimos números marcados del teléfono


   Al irse de su casa, donde yo me quedaba, mi madre (cuyo problema es que pretende la consideración que se debía a las matriarcas en el s. xix e inmiscuirse al mismo tiempo en la vida de sus hijos con la impunidad de una del xx) me encargó que hiciera una llamada que sólo podía hacerse entre las cuatro y las seis (tiene teléfono móvil, pero además de que lo usa poco, le cuesta o oir, etc, era una llamada engorrosa y ella se iba al club con su nieto).
   Marqué el número varias veces. Pero nunca pude hablar porque al terminar de marcar telecom informaba que el número estaba suspendido.
   -marcaste bien -me preguntó cuando se lo conté.
   -sí claro. Fijáte en el registro de llamadas.
   -qué registro de llamadas.
   -el del teléfono.
   -cómo hago.
   -apretás la tecla de llamar, te aparece en pantalla el último número marcado y con la tecla del centro bajas a los anteriores. En orden.
Así fue que aprendió, para controlar. Muchas chances de que no vuelva a olvidarlo.


viernes, 1 de febrero de 2013

grandes inventos


hoy: mear sentado
   Desde la adolescencia sueño con un invento salvador, simple y genial, de esos que hacen a sus dueños multimillonarios de la noche a la mañana. Al respecto mantengo también desde esa época, con desigual frecuencia, conversaciones con mis amigos nucleares: en la juventud temprana eran habituales, en la adultez de ahora son rarísimas.
   -Invertí 200 pesos en el desarrollo de un invento y fracasé -anunció uno de ellos ahora en una reunión que se destinó en 80% a evocar la época del secundario. Después explicó que quiso construir un sistema para levantar a pedal la tapa del inodoro, para no tener que agacharse y usar las manos cada vez que tiene que hacer pis (vive en una casa con tres mujeres y mucama, o sea que es el único que levanta la tabla y la encuentra invariablemente baja). Tiene cierta habilidad manual y no le faltan nociones de diseño (es arquitecto). Había tomado como modelo las tapas de los tachos de basura, “pero el peso de una tabla de inodoro es otro”, le recordó uno de los presentes, también arquitecto, para explicar el fracaso.
   -Sería una mugre -critiqué por mi parte la idea, imaginando un mecanismo de encastres y ejes que fuera por detrás y cerca del piso en el inodoro, áreas que a nadie le gusta limpiar y son ya de higiene dudosa y difícil sin necesidad de agregado alguno-, a los tres meses se te llenó de mugre. Además si un día llegás borracho sacás el pie y se te cae la tapa en mitad del meo y es un enchastre total.
   -Yo meo sentado -dijo otro de los que estaba ahí, que vive en Barcelona y no tiene chica por horas-, es el mejor modo de mantener limpio el baño.
-¿Sos buena onda y te sentás? 
-Obvio, mi amor
   -Mear sentado es muy femenino -medio protestó en un murmullo un quinto, que tiene dos hijos varones y cuyo dilema del momento era cómo haría al día siguiente para asistir tanto a la cancha a ver un partido de fútbol como a un asado en la quinta de su hermano-.
   Fue entonces que conté mi experiencia en Alemania, donde también aprendí a mear sentado porque en todos los hogares te lo solicitan, para contribuir a mantener el baño limpio. Ahora me acostumbré y lo hago también acá. Salvo en los baños públicos.
   -Cuando meas de pie salpicás alrededor del inodoro y en pocos días el baño empieza a heder -detallé-. Obvio que sólo te das cuenta si no tenés a alguien que se encargue de limpiar todos los días por vos.
   -Puede ser -admitió el inversor/inventor-.
   -Es así. Tu invento es un invento machista -señaló el de barcelona-
   -Es un invento machista -repitió él, algo afectado por la mala recepción que había tenido su idea-.
   -En Alemania mear sentado es una bandera de la izquierda -conté; tal vez debería haber dicho “del feminismo”, porque iguala a mujeres y hombres en el uso del inodoro, pero en mi cabeza son lo mismo-.
Graciosísimo”, dijo el futbolero en tono irónico
   Ahora veo que el invento insospechado y genial es mear sentado: viene a resolver de manera simple e ingeniosa una situación problemática (el aseo de las áreas aledañas al inodoro, que en 99,8% de los casos recae sobre mujeres), y para mayor virtud no es capturable por el mercado -nadie lo puede vender-.
   De todos modos, para hacerle justicia a mi amigo, su invento (o una variante accionada por un botón y un mecanismo eléctrico) sería de gran provecho en los baños de los aviones, que comparten hombres y mujeres y donde las tablas son un asco a las tres horas de vuelo. Pero para eso ya hay otras soluciones, como la tabla autolimpiadora, todas en el marco del mercado.

martes, 15 de enero de 2013

Pedagogía del oprimido II

   El mismo pibe llega finalmente a mi casa y tras un largo y variado rato, ya al despedirse, me pregunta si veo a un psicoanalista.
   -No, nunca me sometería a esa estafa.* ¿Lo necesito?
Asiente enérgicamente.
   -A ver, ¿por qué? Me interesa más tu diagnóstico que el de cualquier profesional.
   -Porque sos taan estructurado…
   -¡Vos me decís que soy estructurado! -mi énfasis está un punto por encima de lo conveniente- ¿Vos, la persona más estructurada de la tierra, me dice a mí que soy estructurado? No tenés idea. A mí, justamente, que integro el 0,03 por ciento de las personas más libres de la tierra -le contesto con esa idea que ya empieza amostrar signos de uso-.
   -Bueh, no nos vamos a poner a competir a ver quién es más libre.
   -Clah, ¡no! Pero es asombroso que alguien que es la estructura misma me eche en cara ser estructurado.
   -Mi paranoia es una cosa distinta -me dice el mismo que se catalogó al menos dos veces en cinco minutos de “neurótico” sin que nadie se lo haya preguntado-.
   -Sí, es menos que tu estructura y a la vez es una función de la misma -así aprendí a hablar por trabajar de periodista-. Y lo mío no es estructura. Es otra cosa.
   -Sí… -responde entonces, con sorprendente velocidad para admitir la verdad, porque la ha reconocido de manera quasi-epifánica-. Es verdad, es otra cosa… ¿qué es?
   -Otra cosa.
   -Sí, pero qué.
   -Otra.** No me corresponde a mí decírtelo. Si me insistís tanto hasta que te lo diga obviamente te lo voy a decir, aunque no creo que te importe tanto…
   -…
   -Además -engolosinado como estaba, ya nada podía detenerme-, vos decís que soy estructurado, y sin embargo desde el principio fui yo quien te habló con la mayor franqueza, la misma con que te hablo ahora. Vos en cambio nunca abandonaste esa desconfianza irreductible, una prevención que marcó el tono, el ritmo, el momento desde la primera palabra que cruzamos.
   -El mundo es una mierda.
   -Y encima eso. Si no te gusta vivir, como andás pregonando, si la vida es tan desagradable, matáte –el sujeto había destinado 29% del tiempo a llorar lo terrible que es su vida–. ¿O por qué no te matás? ¿Para no provocarles ese dolor a tus seres queridos? ¿O a vos te gusta vivir así, en la cobardía y el cinismo? Porque además, si es cierto que sos tan marxista leninista y antiburgués, como no te cansás de declarar –¡también tres veces en diez minutos!–, ¡hacé algo! Hacé algo por generar nuevas condiciones de vida para vos y para otros. Declarar que todo es una basura y no hacer nada a lo único que conduce es al resentimiento, ¡te pegjudicás vos! -je connais mes classiques-. No es ni siquiera una fuerza, una energía que te pueda dar fuerza para emprender algo. Es una cárcel en la que te envenenás… ¡Ah! Y la próxima vez que vengas, bañáte.
   Se fue y no me dirigió más la palabra. Tal vez lo lamento. 

*Es posible que la palabra no sea más que una metáfora poco diáfana y como tal no brinde una buena descripción. El problema del psicoanálisis es su miseria (pauperrimez tanto como vileza) conceptual. Que tiene el efecto de miserabilizar (ibid.) el mundo, las relaciones personales, sea en el marco de la parentela, el amor y el sexo, o de cualquier forma de interacción social. Son los límites que impuso hace ya varias décadas a su propia imaginación.
**La verdad pasada por el tamiz de la civilización