“La
mejor vida para un escritor es la que lo lleva a escribir los mejores
libros”, anotó Flaubert (al menos según Julian Barnes). El escritor alemán más exitoso de la última década, tres semanas
antes de estallarse la cabeza con una 9 mm, sentenció por su parte:
“En términos de status, el cáncer de cerebro es el Mercedez Benz
de las enfermedades, y entre los tumores cerebrales, el glioblastoma
es el Rolls Royce. Si hubiera tenido cáncer de próstata o un
resfrío no habría escrito este blog con forma de diario. Ni ninguna
otra cosa”. Tres años atrás le habían diagnosticado esa forma
suprema de cáncer (“el tumor más común y el más maligno entre
las neoplasias de la glía”), y durante el tiempo en que se supo
enfermo, conforme sus capacidades cognitivas se iban limando hasta
llevarlo a tomar su drástica última decisión, escribió el mayor best-seller de la literatura alemana moderna, una novela “de
género” de 500 páginas y el blog-diario donde registró la
progresión de su enfermedad y de su ascenso literario.
Según los amigos que editaron post mortem suam en forma de libro el blog y otros papeles personales, a partir de que se le declaró el mal “mostró una productividad sin precedentes” que lo llevó a trabajar con mucho más calidad y eficiencia que antes (que lo llevó a la genialidad). Venía de 30 y pico de años de grisitud, parte de ellos como ilustrador.
Según los amigos que editaron post mortem suam en forma de libro el blog y otros papeles personales, a partir de que se le declaró el mal “mostró una productividad sin precedentes” que lo llevó a trabajar con mucho más calidad y eficiencia que antes (que lo llevó a la genialidad). Venía de 30 y pico de años de grisitud, parte de ellos como ilustrador.
estallan los pimpollos |
Este caso de tráfico extremo con la parca me recordó a una reconocida figura de las letras argentinas de
hoy, de quien tiempo atrás supe que en algún momento de su largo
decurso aventurero se levantó una mañana siendo hiv+, signifique
esto lo que sea. Conociéndolx, me cuesta creer que con su astucia y
conocimiento del mundo no haya podido evitar esa condición, pero no en una como decisión que le dio ingreso a un régimen de
contacto omnipresente con la muerte, un quid pro quo que confirió a
su evolución (mental, literaria, de artista) las trazas de una
progresión geométrica.
Que
la muerte y el dolor son condiciones para la creación es una idea
vieja como el agua (la misma civilización no es
resultado de otra cosa). Se justifica en que gracias a ella (que es
lo real) el creador llegaría a la sabiduría, condición
indispensable para alcanzar ciertas profundidades (acabo de ver
casualmente dos capítulos de la serie breaking bad, cuyo
disparador argumental es ése: a un hombre sobreadaptado le dan dos
años de vida -una sentencia de muerte-. Y eso lo arrastra al
conocimiento y a la intensidad).
San La Muerte, San Parca |
Hay
también formas indirectas de cesión a la muerte: el acoholismo y la
drogadicción por ejemplo, o la adicción al sexo, a la comida. Todas
tienen sus cultores, todas se pueden ver como funcionales a los
mejores fulgores de determinada gente en determinados momentos.
En
línea paralela (en negativo) hay también quienes se dejaron tomar
por la parca porque ya habían hecho todo lo que estaban en
condiciones de hacer, y lo que les quedaba era repetición -u otras
formas de decadencia y aburrimiento-. Michael Jackson y Cerati son
ejemplos del mismo cansancio.
Sin
embargo yo, que también soy artista, escritor, tengo el plan de
vivir al menos unos 200 años en la mejor salud, por el simple hecho
de lo mucho que disfruto de la vida, incluso en los momentos de mayor
tristeza, depresión y abatimiento. ¿O si no por qué no ha muerto
hace años Charly García? Porque está más allá (no hay que
confundir de todos modos su caso con el de Madonna, cuya perennidad
se explicaría porque es nazi, otra forma -la preferida por el
capital salvaje- de entregarse). ¿o acaso vivir y crecer no son
dolores igualmente agudos? Y mortales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario