martes, 16 de agosto de 2016

pornografía infantil

póster para mi sobri
   Una tarde durante las vacaciones compartidas con mis hermanxs y sus hijxs estoy en el living, leyendo, y escucho a tres de mis sobris gritar y reír en el piso de arriba, en su cuarto. “Chupame el pito, chupame el pito” dice el que de ellxs más da que hablar (concentra algunas de mis mejores esperanzas). ¿Escuchás lo que le dicen?, me pregunta el mayor, que mira su tablet o su móvil sentado a mi vera. Mmhsí le digo y subo. Los dos mayores (siete) juegan a darle a chupar el pito al menor (tres), que se ríe y trata de hacerlo, pero cuando está por conseguirlo se lo sacan. Sin firmeza ni enojo como quien mira llover les digo que jueguen a otra cosa (no porque me parezca mal, ¡todo lo contrario, no creo que haya nada mejor! pero me consta que sus madres opinan distinto). Así les pongo un obstáculo para la conquista de la libertad (lo que la hará sin dudas más necesaria).
   Viene a cuento porque hoy se insiste incluso desde las páginas más conservadoras y mojigatas -las destinadas a padres desorientados- en que hay una “sexualidad infantil” (Freud fijó los sentidos más estables de este sintagma en el segundo de sus Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie, de 1905). ¿Por qué no pensar entonces en un erotismo para niñes, y en relatos eróticos y sexuales, incluso pornográficos para ellxs? Podría objetarse que la sexualidad infantil no tiene relación alguna con la adulta, y que irremediablemente serían personas crecidas las encargadas de concebir y producir el erotismo infantil. Pero ¿no ocurrió ya eso con su definición, así como ocurre exactamente eso con toda la literatura, el cine y en general el arte para niñxs? Son los adultos quienes lo componen y después lo bajan entre sonrisas y colores rutilantes (así como son los adultos los consumidores de las representaciones de la infancia sexualizada, brasa de la cultura).
uno de los nombres del amor
   Si la idea de un arte erótico infantil resulta repulsiva es porque no se admite cabalmente que lxs niñxs tengan vida sexual. Sólo se lo menciona, se considera -con pavor- su posibilidad, pero no se favorece su desarrollo ni mucho menos su disfrute. ¿No serían acaso adultxs mucho más copados quienes crecieran con una sexualidad plena desde la cuna? ¿Cómo sería un relato porno para niños?¿Consistiría en el mismo tipo de imaginación de las innúmeras producciones culturales con que hoy se los abruma (libros, películas, dibujos animados, videogames etc etc) sólo que con el agregado de esa dimensión sexual escamoteada o apenas aludida? ¿o se trataría regímenes por completo nuevos?
   Nunca olvidaré que Hamlet contaba que de niño, en el jardín de infantes, lo echaban por las tardes desnudo a jugar con sus compañerxs en un corralito laberinto, que era el aula entera. Sus primeras nociones del sexo bello datan de entonces (nada de eso impidió, de todos modos, que fuera objeto de violento acoso a causa de su diferencia; pero eso es otra historia).
  
cómo me gustaba de chico ver gente desnuda
Otra semilla que se planta en la prehistoria del sexo. Un continente por descubrir.