Un tatuaje que es una línea vertical y mínima
sobre la frente, tal vez apenas curva y desigual, del lado
izquierdo de la cara. ¿Representa el tiempo, un segmento, una coma,
el laberinto perfecto? Nada de eso.
Un chico (26) con quien en diversas redes ad hoc
nos yiramos durante tal vez años me invita a cenar a su
casa temporaria ¡finalmente nos veremos! A los segundos de llegar le
digo si me puedo quitar los pantalones: es que en casa vivo
semidesnudo, no soporto la ropa, menos con este calor, etc. Obvio
hacé lo quieras. Y me quedo en mi elastizado de diseño europeo y
fábrica asiática. Por qué no te sacás vos también el pantalón,
digo al rato, así no me siento tan solo. ¿Yo? no..., sí, no, bueno, sí. Al sacarse los cortos deja ante mi vista un calzoncillo
estampado en coloridas onomatopeyas de historieta, entre las que se destaca en primer plano
un puño enorme azulado que evoca -sin ser- el del increíble Hulk. Dice
“estos calzoncillos..., mis calzoncillos...” pero no llega al
predicado. Interpreto su vacilación: teme que mi severidad -efecto
no querido de la diferencia etaria- vaya a desaprobar su ropa
interior. Por eso no me demoro en ponderársela, y soy sincero.
calzoncillo de la idea de un calzoncillo.. |
Hace más de una década, cuando todavía vivía
en México, vine de visita y en una reunión acá lucí una camiseta,
ya no sé de dónde había salido, tal vez un regalo pero de quién,
en la que se veía el contorno, como iluminado desde atrás y lleno
en un tinte oscuro saturado, de una banda de rock según las concebía
la época: pelos hirsutos, melenas, guitarras bajo, batería. ¿Qué
es esa remera? Es de viejo que se quiere poner una remera moderna
pero no tiene idea. Y otras cosas del
estilo dijeron mis amigxs.
-No -contesté-, es la remera de la idea de una
remera de una banda de rock, no meramente la remera de una banda, ni
siquiera la remera de la idea de una banda, sino de la idea de una
remera etc.
La idea no era mía, la había encontrado en la
traducción de A single man comprada
en un impulso poco frecuente
en una
librería oscura de la colonia Roma, en
la hoy CDMX. Esa novela fue
mi primer Christopher
Isherwood, su protagonista es inglés
y vive
en California. Pero
en vez de escribir guiones para Hollywood como
hacía el escritor en el mismo tiempo y espacio, trabaja de
profesor universitario. En un pasaje va a cenar a la casa
de alguien y lo sorprende una mesa que
tiene columnatas capiteles
y otros detalles evocadores
de la
cultura griega clásica.
El profesor tiene una epifanía sobre los estadounidenses:
no les importa que la
imitación sea más o menos precisa, y mucho menos que pueda
confundirse con el
original (que
de todos modos nunca estará
al alcance):
lo que les importa es la idea, representar
la idea: la
idea (la
forma) de
lo griego, la idea de un tatuaje, la idea de una remera de
banda de rock.