lunes, 23 de abril de 2018

platonismo en abyme


    Un tatuaje que es una línea vertical y mínima sobre la frente, tal vez apenas curva y desigual, del lado izquierdo de la cara. ¿Representa el tiempo, un segmento, una coma, el laberinto perfecto? Nada de eso.
    Un chico (26) con quien en diversas redes ad hoc nos yiramos durante tal vez años me invita a cenar a su casa temporaria ¡finalmente nos veremos! A los segundos de llegar le digo si me puedo quitar los pantalones: es que en casa vivo semidesnudo, no soporto la ropa, menos con este calor, etc. Obvio hacé lo quieras. Y me quedo en mi elastizado de diseño europeo y fábrica asiática. Por qué no te sacás vos también el pantalón, digo al rato, así no me siento tan solo. ¿Yo? no..., sí, no, bueno, sí. Al sacarse los cortos deja ante mi vista un calzoncillo estampado en coloridas onomatopeyas de historieta, entre las que se destaca en primer plano un puño enorme azulado que evoca -sin ser- el del increíble Hulk. Dice “estos calzoncillos..., mis calzoncillos...” pero no llega al predicado. Interpreto su vacilación: teme que mi severidad -efecto no querido de la diferencia etaria- vaya a desaprobar su ropa interior. Por eso no me demoro en ponderársela, y soy sincero.
calzoncillo de la idea de un calzoncillo..
    Hace más de una década, cuando todavía vivía en México, vine de visita y en una reunión acá lucí una camiseta, ya no sé de dónde había salido, tal vez un regalo pero de quién, en la que se veía el contorno, como iluminado desde atrás y lleno en un tinte oscuro saturado, de una banda de rock según las concebía la época: pelos hirsutos, melenas, guitarras bajo, batería. ¿Qué es esa remera? Es de viejo que se quiere poner una remera moderna pero no tiene idea. Y otras cosas del estilo dijeron mis amigxs.
-No -contesté-, es la remera de la idea de una remera de una banda de rock, no meramente la remera de una banda, ni siquiera la remera de la idea de una banda, sino de la idea de una remera etc.
    La idea no era mía, la había encontrado en la traducción de A single man comprada en un impulso poco frecuente en una librería oscura de la colonia Roma, en la hoy CDMX. Esa novela fue mi primer Christopher Isherwood, su protagonista es inglés y vive en California. Pero en vez de escribir guiones para Hollywood como hacía el escritor en el mismo tiempo y espacio, trabaja de profesor universitario. En un pasaje va a cenar a la casa de alguien y lo sorprende una mesa que tiene columnatas capiteles y otros detalles evocadores de la cultura griega clásica. El profesor tiene una epifanía sobre los estadounidenses: no les importa que la imitación sea más o menos precisa, y mucho menos que pueda confundirse con el original (que de todos modos nunca estará al alcance): lo que les importa es la idea, representar la idea: la idea (la forma) de lo griego, la idea de un tatuaje, la idea de una remera de banda de rock.