Se lo digo al que está en el andarivel donde
entro a nadar. Completo la frase haciendo un redondel con el índice.
Me dice que sí (no todxs aceptan esta redistribución del agua: a la
mayoría, seteada para ir por un lado y volver por el otro, la idea
de variar la perturba seriamente). El flaco tiene unos 25 menos que
yo, es potente y flexible (más que yo espero que no), y lleva traje de baño
de lycra corto de los que se han vuelto a usar ahora sobre todo en
piletas, encima éste tiene bandas flúo a los costados. con su anuencia me echo al
agua de mi lado y por obra de las pausas y velocidades de pronto nos hallamos
nadando crol a la par, vamos y volvemos juntos por el andarivel. Como
por obsesión de simetría tanto a la ida como a la vuelta giro la
cabeza hacia el mismo punto cardinal (que es el
lado de él), lo veo
nadar junto a mí, acompañarme. De ida miro su pecho lampiño y su
axila que se abre con la brazada, su cuello sus antiparras
ahumadas y tras ellas supongo los ojos que me miran bajo el agua; a
la vuelta veo el perfil de su cuerpo y su espalda lisa cuando
levanta el brazo opuesto; nos vemos mutuamente en el silencio
subactuático al dar al mismo tiempo la vuelta estadounidense en cada
extremo de la pileta. Él también me verá al girar hacia mí la
cabeza para respirar cuando vamos, y cuando al volver mira el suelo tal vez me
adivine en la periferia de su ojo, de modo que como si fuéramos
ballenas hermanas o amantes nadamos juntos. Hasta que después de
cuatro o cinco piletas de nado perfecto a la par, nos cansamos (no
del espectáculo, sino de darlo) y nos volvemos a independizar. Más
tarde nos volvemos a unir brevemente, pero sin la magia original, no
estamos dispuestos a sostener esa ternura, fue de una sola vez.
nadadorxs tras un vidrio empañado |
Cuando se cumple mi media hora me recuesto en
la pared, todavía dentro del agua, y una mujer mayor, abogada
retirada, me da conversación desde el andarivel de al lado.
Estudio italiano dice, el próximo idioma es el alemán, y agrega:
hay una ferrari ahí, en referencia al guardavidas que nada
dos carriles más allá. En eso hace una de sus pausas mi compartidor
de andarivel.
-Me crucé de lado en un momento -dice con una
sonrisa.
-A todos nos pasa.