Hoy: seriedad mortal
Muy de la vejez (aunque no exclusiva ni necesaria en ella) es la seriedad. No tomarse las cosas en serio, sino con seriedad, con demasiada seriedad; no la disposición responsable esperable en quien atiende a la armonía, sino una actitud que confiere a cada instante una gravedad refractaria a la risa y formas afines de distensión y relax. Es el caso de un amigo (a esta altura más bien un ex amigo): envuelto en la coraza de su hermosa familia se ha vuelto una persona de lo más serio que he visto, en cada una de sus interacciones (las mínimas: una conversación telefónica, un mensaje de whapp) destila una gravedad de funcionario sobre quien pesan asuntos tremendos. Un nivel de seriedad que en otros tiempos él mismo habría juzgado ridículo y dinosaurio, y que supo fustigar al verlo en sus xadres, estructura ahora su persona y su vida. Es un viejo conservador que se respalda en la ley y el orden (en la propiedad privada, fuente y justificación del orden social carente de imaginación que soportamos), y piensa las relaciones personales en términos de abogados y demandas. Cogerá horrible, si es que todavía lo hace.
Muy de la vejez (aunque no exclusiva ni necesaria en ella) es la seriedad. No tomarse las cosas en serio, sino con seriedad, con demasiada seriedad; no la disposición responsable esperable en quien atiende a la armonía, sino una actitud que confiere a cada instante una gravedad refractaria a la risa y formas afines de distensión y relax. Es el caso de un amigo (a esta altura más bien un ex amigo): envuelto en la coraza de su hermosa familia se ha vuelto una persona de lo más serio que he visto, en cada una de sus interacciones (las mínimas: una conversación telefónica, un mensaje de whapp) destila una gravedad de funcionario sobre quien pesan asuntos tremendos. Un nivel de seriedad que en otros tiempos él mismo habría juzgado ridículo y dinosaurio, y que supo fustigar al verlo en sus xadres, estructura ahora su persona y su vida. Es un viejo conservador que se respalda en la ley y el orden (en la propiedad privada, fuente y justificación del orden social carente de imaginación que soportamos), y piensa las relaciones personales en términos de abogados y demandas. Cogerá horrible, si es que todavía lo hace.
Para
mí esa seriedad -esa tumba- es
correlato (función) del miedo que sin
pausa se vocea por
todas las bocas de
expendio que articulan la
vida social, es decir, hoy,
Internet.