agonizante |
-Me estoy muriendo...
Se ríe al decirlo y fuma marihuana en una
silla de mimbre, a la sombra de un techo de paja cuadrado. A sus
espaldas las olas son de tamaño y violencia extraordinarias porque
-informan los medios- hay mar de fondo en la costa de
Guerrero. Comparte esa idea -ese momento, ese estado- conmigo
y con otra amiga, a quien trajo hasta este confín mexicano, lo mismo
que a mí.
-Yo también -contesto-, aunque vos según
parece a tasa mucho mayor.
La conocí hace casi veinte años en la cdmx,
ella se estaba convirtiendo en concertista y maestra de piano; dejé
de verla mucho tiempo (aunque me visitó en Berlín), hasta que hace
unos años nos reunimos para ir a Montevideo, donde nació -me pidió
que la acompañara porque no quería enfrentar sola el pasado-.
Hace un año y medio el cáncer de riñón que
dijeron haberle extirpado hizo metástasis y la desahuciaron, le
dieron pocos meses. Desde entonces una vez a la semana le administran
una variante de quimioterapia de las menos lesivas, así que aunque
no perdió el pelo sufre diversos trastornos, entre ellos cardíacos
y digestivos. De este modo, si bien el cáncer parece haberse detenido o al
menos ralentizado tanto como para no representar una amenaza
inmediata, la quimio y la cantidad de pastillas y pastillas para las
pastillas van produciendo alteraciones que obstaculizan la vida. La acompañé a hacer
trámites varios (en su
mayoría relacionados con seguros por invalidez y finiquitos
laborales que le habrán de reportar sumas no despreciables, que se
destinarán en parte a la una enormidad de gastos en medicina,
hospital y cuestiones conexas), y en el centro histórico de la
ciudad tuvo que parar cada treinta metros porque no le daba la
energía.
igual me bañé |
La mayoría de las veces me llama “flaquito”,
pero no son pocas las que prefiere "yegua", “perra” (y su hipérbole insuperable: "jauría") o “loca” (“callate
loca” dice, me lo copió), “maría” (la sirvienta por antonomasia),
lo último con una insistencia ante terceros que les produce incomodidad
por el desprestigio que tiene el trabajo doméstico, sobre todo si lo
hace una mujer. Es que estoy ayudándola:
conduje su auto para llegar hasta acá, le suelo cebar mate, y lo hago
porque soy buena. Me quiso honrar designándome vicepresidente del Marchicomio (su
apellido es Marchisio), institución creada hace casi dos décadas
para albergar las demencias que la rodeábamos. No acepté: renuncio a
los honores pero no a la lucha, le dije. Lo que sí, robo para ella, que me hizo venir.
-Me lo dijo el mecánico, a mí el mecánico me bate
la posta: el cáncer es 30 por ciento físico y 70
por ciento mental; es una cuestión de actitud ¡es así! -dice
ahora con el tono de quien está en gira de conferencias Cómo me
curé, tono que la posee cada vez que le dan los resultados de su
tomografía cuatrimestral. Esta vez indican de nuevo que los
tumores no avanzan-.
terapia de amigues |
Desde que le dieron el diagnóstico pasó por
numerosas etapas, siempre con la conciencia más o menos suspendida
de que no le queda mucho tiempo. La última novedad de su vida es un
novio. Cuando pensé que nunca más iba a coger la vida me regaló
esto, dice en referencia al argentino de rulos entrecanos con quien
se encierra a dar gritos destemplados a la siesta, a la noche y en
todo momento en que no están comiendo o fumando faso. Él es
dibujante, está becado por el estado mexicano para hacer
ilustraciones que acompañarán una edición del Quijote. La mayoría
de las que vi hasta ahora son escenas sexuales (inspiradas en su
experiencia más reciente) que difícilmente alguien relacionaría a priori con el personaje cervantino.
-Se ve que la terapia de amigues, fiestas,
tabaco, alcohol, marihuana y playa funciona -enumera-. Y ahora,
encima, agregué el garche.