miércoles, 18 de abril de 2012

Liepnitzsee

también yo sueño solo
dos conversadores
a la orilla de un lago
junto a tres desconocidos
que hablan de viajes
sueño solo
buenos viajes
-me los juno-
de cabotaje
veo un vestido de verdes
con trazas amarillas
veo los juncos
un oleaje
adentro te nace
un oleaje avasallante
sueño solo
hablan de recetas
uno explica una sencilla y buena
pero no tan fácil
no es gente que me pueda dar trabajo
yo también voy a bañarme
tal vez después o durante
tal vez no
tal vez debería ir y ofrecerles mate frío
sueño solo
pedirles conversación
igual con vos habría sido más lindo
te dura cada vez menos el shot
igual valen la pena
esos transformers libélulas fulgentes
en vuelo brillantes al sol
voy al agua
a pesar de la espalda
nado unas brazadas perfectas
a la luz de los árboles
pasan unos en bote
en bolas
como yo
como uno de los tres conversadores
el que llegó primero y se desnudó
solo en medio de la gente
tiene una pulsera del fusion
pero no rosada como la tuya
sino azul brillante de artista
tal vez de técnico
los otros dos se bañan en calzoncillos
tal vez porque son amantes
juguetean
se ríen a mis espaldas ahora
están contentos
sueño solo
ayer escribiste un artículo firmado
Paul, un pulpo Mundial
le arruinaron el título
les pido faso
les ofrecés mate frío
no quieren
desde la orilla opuesta
llegan gritos de gente ruidosa
gente que chacotea
no podés ser tan loco
o vivís o no molestás
una culebra grande
un rayo cruza a nado
paralela a cada curva de la costa
el que está desnudo la señala
me acerco a mirarla
es mi amiga
de otras veces
la tengo vista
acá a esta hora
la quiero como quiero el lago
sueño solo
hablamos de dostojevsky
hace más de un año
que lo venís leyendo
es la parca
que te manda postales
el trabajo no es un lobo
no se pierde en el bosque

jueves, 12 de abril de 2012

the void

Enter the void, la visibilidad reaccionaria
   Visualmente fastuosa y por momentos deslumbrante, onerosa producción (12 millones de usd, presupuesto por el que delira cualquier director argentino y la mayoría de los franceses), la tercer obra de Gaspar Noé tiene 45 minutos de sobra. A esa excrecencia narrativa que un montaje adecuado subsanará agrega problemas insolubles: el retrato convencional (pobrísimo) no sólo del submundo del consumo y la venta de drogas sino también de las relaciones interpersonales y amorosas, con especial acento en el mundo queer (atrasa 40 años: aparecen dos putos, uno un chiquillo miserable que con su venganza de resentida ocasiona la muerte y la desgracia; el otro un dealer sin dientes al que ya no se le para de tanto abusar de las drogas, que se venga de quienes le chupan la pija muerta pasándoles un dedo encacado por la nuca y se rodea de gente fea y alienada). 

Con una amistad reciente (promisoria) 
voy a ver Enter the Void
   Un asomo de osadía (de vanguardia) puede encontrarse en la subrayada sugerencia de un incesto fraterno entre los personajes centrales (que lucen una hermosura extraterrestre: sobre todo ella, copa la película con su cuerpo divino), si bien esa relación no convencional se trunca con la muerte y se justifica en el pasado terrible de los niños: perdieron a sus padres, un esplendoroso matrimonio neoyorquino, en un horrible accidente de auto al que el espectador se ve expuesto una y otra vez.
   La película pone en acto una teoría sobre la vida post-mortem y la reencarnación, según la cual después de morir uno ve el mundo que ha dejado y repasa lo vivido en espera de decidir en qué cuerpo volverá a la humanidad. Uno de los personajes la enuncia, y acto seguido la narración la confirma en cada detalle. El film confina sin embargo esta posibilidad a la endogamia, encerrándola en los recovecos de la historia personal, que aún en esa dimensión cósmica termina siendo la misma prisión que propone el psicoanálisis: ni siquiera la muerte libera del karma familiar.
   Como más de una década atrás lo hiciera Requiem for a dream (Aranofsky, 2000), Enter the void estetiza con conmovedores artificios la visibilidad reaccionaria.