hoy:
mear sentado
Desde
la adolescencia sueño con un invento salvador, simple y genial, de
esos que hacen a sus dueños multimillonarios de la noche a la
mañana. Al respecto mantengo también desde esa época, con desigual frecuencia, conversaciones con mis amigos nucleares: en la juventud temprana eran
habituales, en la adultez de ahora son rarísimas.
-Invertí
200 pesos en el desarrollo de un invento y fracasé -anunció uno de
ellos ahora en una reunión que se destinó en 80% a evocar
la época del secundario. Después explicó que quiso construir un
sistema para levantar a pedal la tapa del inodoro, para no tener que
agacharse y usar las manos cada vez que tiene que hacer pis (vive en
una casa con tres mujeres y mucama, o sea que es el único que
levanta la tabla y la encuentra invariablemente baja). Tiene cierta
habilidad manual y no le faltan nociones de diseño (es arquitecto).
Había tomado como modelo las tapas de los tachos de basura, “pero
el peso de una tabla de inodoro es otro”, le recordó uno de los
presentes, también arquitecto, para explicar el fracaso.
-Sería
una mugre -critiqué por mi parte la idea, imaginando un mecanismo de
encastres y ejes que fuera por detrás y cerca del piso en el
inodoro, áreas que a nadie le gusta limpiar y son ya de higiene
dudosa y difícil sin necesidad de agregado alguno-, a los tres meses se te
llenó de mugre. Además si un día llegás borracho sacás el pie y
se te cae la tapa en mitad del meo y es un enchastre total.
-Yo
meo sentado -dijo otro de los que estaba ahí, que vive en Barcelona
y no tiene chica por horas-, es el mejor modo de mantener limpio el
baño.
-¿Sos
buena onda y te sentás?
-Obvio, mi amor
|
-Mear
sentado es muy femenino -medio protestó en un murmullo un quinto, que tiene dos hijos
varones y cuyo dilema del momento era cómo haría al día siguiente
para asistir tanto a la cancha a ver un partido de fútbol como a un asado en la quinta de su hermano-.
Fue
entonces que conté mi experiencia en Alemania, donde también
aprendí a mear sentado porque en todos los hogares te lo solicitan,
para contribuir a mantener el baño limpio. Ahora me acostumbré y lo
hago también acá. Salvo en los baños públicos.
-Cuando
meas de pie salpicás alrededor del inodoro y en pocos días el baño
empieza a heder -detallé-. Obvio que sólo te das cuenta si no tenés
a alguien que se encargue de limpiar todos los días por vos.
-Puede
ser -admitió el inversor/inventor-.
-Es
así. Tu invento es un invento machista -señaló el de barcelona-
-Es
un invento machista -repitió él, algo afectado por la mala
recepción que había tenido su idea-.
-En
Alemania mear sentado es una bandera de la izquierda -conté; tal vez
debería haber dicho “del feminismo”, porque iguala a mujeres y
hombres en el uso del inodoro, pero en mi cabeza son lo mismo-.
“Graciosísimo”,
dijo el futbolero en tono irónico
|
Ahora
veo que el invento insospechado y genial es mear sentado: viene a
resolver de manera simple e ingeniosa una situación problemática
(el aseo de las áreas aledañas al inodoro, que en 99,8% de los
casos recae sobre mujeres), y para mayor virtud no es capturable por
el mercado -nadie lo puede vender-.
De
todos modos, para hacerle justicia a mi amigo, su invento (o una
variante accionada por un botón y un mecanismo eléctrico) sería de
gran provecho en los baños de los aviones, que comparten hombres y
mujeres y donde las tablas son un asco a las tres horas de vuelo. Pero para eso ya hay otras soluciones, como la tabla autolimpiadora, todas en el marco del mercado.
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