viernes, 1 de febrero de 2013

grandes inventos


hoy: mear sentado
   Desde la adolescencia sueño con un invento salvador, simple y genial, de esos que hacen a sus dueños multimillonarios de la noche a la mañana. Al respecto mantengo también desde esa época, con desigual frecuencia, conversaciones con mis amigos nucleares: en la juventud temprana eran habituales, en la adultez de ahora son rarísimas.
   -Invertí 200 pesos en el desarrollo de un invento y fracasé -anunció uno de ellos ahora en una reunión que se destinó en 80% a evocar la época del secundario. Después explicó que quiso construir un sistema para levantar a pedal la tapa del inodoro, para no tener que agacharse y usar las manos cada vez que tiene que hacer pis (vive en una casa con tres mujeres y mucama, o sea que es el único que levanta la tabla y la encuentra invariablemente baja). Tiene cierta habilidad manual y no le faltan nociones de diseño (es arquitecto). Había tomado como modelo las tapas de los tachos de basura, “pero el peso de una tabla de inodoro es otro”, le recordó uno de los presentes, también arquitecto, para explicar el fracaso.
   -Sería una mugre -critiqué por mi parte la idea, imaginando un mecanismo de encastres y ejes que fuera por detrás y cerca del piso en el inodoro, áreas que a nadie le gusta limpiar y son ya de higiene dudosa y difícil sin necesidad de agregado alguno-, a los tres meses se te llenó de mugre. Además si un día llegás borracho sacás el pie y se te cae la tapa en mitad del meo y es un enchastre total.
   -Yo meo sentado -dijo otro de los que estaba ahí, que vive en Barcelona y no tiene chica por horas-, es el mejor modo de mantener limpio el baño.
-¿Sos buena onda y te sentás? 
-Obvio, mi amor
   -Mear sentado es muy femenino -medio protestó en un murmullo un quinto, que tiene dos hijos varones y cuyo dilema del momento era cómo haría al día siguiente para asistir tanto a la cancha a ver un partido de fútbol como a un asado en la quinta de su hermano-.
   Fue entonces que conté mi experiencia en Alemania, donde también aprendí a mear sentado porque en todos los hogares te lo solicitan, para contribuir a mantener el baño limpio. Ahora me acostumbré y lo hago también acá. Salvo en los baños públicos.
   -Cuando meas de pie salpicás alrededor del inodoro y en pocos días el baño empieza a heder -detallé-. Obvio que sólo te das cuenta si no tenés a alguien que se encargue de limpiar todos los días por vos.
   -Puede ser -admitió el inversor/inventor-.
   -Es así. Tu invento es un invento machista -señaló el de barcelona-
   -Es un invento machista -repitió él, algo afectado por la mala recepción que había tenido su idea-.
   -En Alemania mear sentado es una bandera de la izquierda -conté; tal vez debería haber dicho “del feminismo”, porque iguala a mujeres y hombres en el uso del inodoro, pero en mi cabeza son lo mismo-.
Graciosísimo”, dijo el futbolero en tono irónico
   Ahora veo que el invento insospechado y genial es mear sentado: viene a resolver de manera simple e ingeniosa una situación problemática (el aseo de las áreas aledañas al inodoro, que en 99,8% de los casos recae sobre mujeres), y para mayor virtud no es capturable por el mercado -nadie lo puede vender-.
   De todos modos, para hacerle justicia a mi amigo, su invento (o una variante accionada por un botón y un mecanismo eléctrico) sería de gran provecho en los baños de los aviones, que comparten hombres y mujeres y donde las tablas son un asco a las tres horas de vuelo. Pero para eso ya hay otras soluciones, como la tabla autolimpiadora, todas en el marco del mercado.

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