lunes, 1 de agosto de 2011

continuación del tacto

por DI para EDM
   La muestra (aunque muestra no es la palabra) se montó en una antigua casona de la Roma, zona de la capital mexicana donde a principios del siglo veinte construían sus ambiciosas residencias las familias más adineradas, y cuyo trazado conserva a pesar de las muchas intervenciones posteriores cierta grandiosidad propia de su concepción acaparadora del tiempo y el espacio. Para recorrerla se juntaba a la gente en grupos de unas veinticinco personas. Se les hacía quitar anillos y pulseras, se les pedía que se arremangaran hasta el codo y se lavaran las manos en lavatorios instalados ad hoc en el vestíbulo de entrada (el DF es una ciudad muy mugrienta).
   Entonces se daba paso a una sala antecedida del título “Interfases”, donde una suave música electrónica traía el calor del atardecer en una playa del Pacífico mexicano, y tras un breve tiempo necesario para habituarse a la penumbra rojiza, podían distinguirse brazos y piernas humanos, que avanzaban en el espacio desde huecos de las paredes y estructuras de exhibición. A distintas alturas se presentaban plantas del pie, que como alto relieves animados sobresalían apenas de la línea de la pared, y una sucesión de muslos, corvas, pantorrillas, manos y brazos. Formaban una colección de calculada variedad convencional: de aspecto femenino y másculino, flacos y gordos, de texturas, tonos de piel y regímenes pilosos de lo más diversos. En apariencia inmóviles, los miembros estaban en posturas que hacían obvias tanto la comodidad relajada de sus dueños como la vida que los animaba.
    Los visitantes empezaban por tocar con la yema de los dedos las partes expuestas, las apretaban con suavidad o las recorrían a lo largo. Se reían con nerviosismo. Después apoyaban más la mano y la movían en una caricia, los más avispados tratando de intensificar el contacto y diferenciarlo de algún modo del de los demás (no tenían ningún éxito, eran cientos de visitantes por día). Al cabo de los quince veloces minutos que tomaba este precalentamiento se abría una puerta luminosa al fondo de la sala, se indicaba así que había que seguir.

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